El 2 de diciembre. el Banco Central de Sinagapur ordenó al
banco Coutts pagar $2.4 millones por infracciones anti blanqueo relacionadas
con el escándalo de fondo 1MDB de Malasia. Otro banco británico, Standard
Chartered, fue sancionado con $3.65 millones.
En 2012 la entonces FSA británica multó a Coutts con
£8.75m por inadecuados controles antilavado con los clientes de alto riesgo.
Coutts, desde el año pasado es propiedad del banco de inversión
Union Bancaire Privéees, quien proveyó de oscuros servicios offshore a
poderosos clientes corruptos, incluido un integrante de la familia real de
Brunei, acusado de robar miles de millones de dólares de fondos públicos en su
país, y un banquero condenado por ayudar a los hijos del depuesto presidente
egipcio Hosni Mubarak en delitos financieros.
De acuerdo con documentos filtrados en los llamados Panamá
Papers, Coutts manejó las transacciones financieras en paraísos
fiscales del hermano menor del Sultán de Brunei, el príncipe Jefri Bolkiah,
como también del banquero egipcio de fondos de inversión Hassan Heikal.
Una serie de correos electrónicos secretos entre Coutts y
el despacho de abogados panameño Mossack Fonseca dejó al descubierto las
transacciones ilegales entre el banco británico con sede en Londres y varios
poderosos clientes internacionales corruptos.
Mossack Fonseca incluso consideró a esos clientes como “de
alto riesgo” por lavado de dinero y corrupción.
Jefri, que entre 1986 y 1998 fue ministro de Finanzas del
Sultanato de Brunei, había sido sentenciado por una corte británica a pagar 15
mil millones de dólares que sacó de un fondo de riqueza soberana de su país —
que él mismo presidía–, en tanto que Heikal espera ser sentenciado tras haber
sido acusado en 2012 por facilitar información privilegiada en transacciones
financieras.
Ambos eran clientes exclusivos de Coutts en la isla de
Jersey, un pequeño paraíso fiscal ubicado en el Canal de la Mancha, al sur de
Inglaterra.
Según los documentos filtrados, Jefri desvió miles de
millones de dólares del fondo público Brunei Investment Agency para adquirir, a
través de compañías fantasmas en paraísos fiscales, hasta 500 propiedades
exclusivas en el mundo –entre ellas siete mansiones en el centro de Londres–,
como también automóviles de lujo, cuadros de Renoir, Monet y Degas, cinco yates
y nueve aviones privados Boeing 747 especialmente diseñados para transportar a
sus caballos de polo.
Cuando Mossack Fonseca se enteró de las actividades del
príncipe, decidió dar un paso al costado como ‘agente intermediario’, al
advertirle a Coutts que las compañías de Jefri “eran muy riesgosas” y que
podían atraer la atención de los reguladores y las autoridades financieras.
“Las actividades entre el Brunei Investment Agency y el
príncipe Jefri terminaron a finales de 2014, cuando ese fondo público aceptó
que el príncipe había cumplido con los requisitos de la causa (para devolver
parte de los fondos robados)”, explicó el abogado defensor de Jefri, David
Sandy.
Para cumplir con esos requerimientos, Mossack inició una
auditoría junto a Coutts en junio de 2014, pidiéndole al banco británico que
enlistara a todos los clientes que tenía en su sede de Jersey con compañías
fantasmas.
Los correos electrónicos del caso que aparecen en los
Panamá Papers revelaron que gracias a demoras en ambas partes y debido a varios
correos postales que se perdieron en el camino, se demoró hasta septiembre de
2015 para que se obtuviera la información requerida, 15 meses más tarde de lo
debido.
Las revelaciones generan nuevos interrogantes acerca de la
efectividad de los controles por parte del fisco británico a Coutts, que hace
nueve años había sido multado con 9 millones de libras esterlinas (11.4
millones de dólares) por “graves errores” en sus cuentas con clientes de alto
riesgo, incluidos aquellos con conexiones políticas y sospechosos de lavado de
dinero.
El banco privado de la reina Isabel II y varios de los
miembros de la Familia Real británica admitieron que maneja cuentas de al menos
11 “clientes de alto riesgo”, incluido Hassan Heikal.
La contraparte
Por su parte, Eleanor Nichol, activista del grupo
anti-corrupción Global Witness (Testigos globales), calificó de “asombroso” que
justamente Mossack Fonseca –acusada por decenas de irregularidades a raíz del
caso Panamá Papers– expresara preocupación por las transacciones financieras
entre el príncipe Jefri y Coutts, y que el banco no hiciera nada al respecto.
“Después de todo, este es el banco de la Reina. Este caso
genera serios interrogantes acerca de si las entidades bancarias del Reino
Unido están cumpliendo como deberían con los estándares para controlar a sus
clientes antes de aceptar su dinero”, afirmó Nichol.
“La realidad es que los bancos juegan un papel integral a
la hora de facilitar la corrupción, y esa es una de las principales razones por
las que los países pobres siguen siendo pobres. Las personas con grandes
cantidades de dinero sucio no lo esconden debajo de sus colchones, utilizan a
bancos cómplices para hacerlo”, destacó.
Y denunció que al menos un 75% de los bancos británicos no
hacen suficiente para impedir que ese flujo de dinero sucio ingrese a sus
cuentas.
Fuente: CapitalNet
Fuente: CapitalNet
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