La fabricante de bebidas azucaradas Coca-Cola y otras 50 empresas
colombianas han sido acusadas de financiar al terrorismo por los tribunales
colombianos. Coca-Cola estĆ” acusada de contratar asesinos del grupo paramilitar
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para asesinar a 9 lĆderes sindicales en
sus plantas embotelladoras entre 1990 y 2002.
Uno de los lĆderes sindicales asesinados era Isidro Segundo Gil,
dirigente del sindicato Sinaltrainal, quien negociaba un pliego de peticiones
con la planta de Coca-Cola en Carepa (Antioquia). La maƱana del 5 de diciembre
de 1996 un grupo de paramilitares de las AUC llegĆ³ hasta el sindicato de la
embotelladora para matarlo.
Una hora despuƩs del asesinato de Gil, los paramilitares secuestraron a
otro dirigente sindical en su casa, quien logrĆ³ escapar y huir a BogotĆ” para
proteger su vida. Por la tarde regresaron al sindicato, destruyeron el equipo
de allĆ y quemaron la casa, destruyendo todos los registros de la cooperativa.
Sinaltrainal agrupa a los trabajadores de la industria alimentaria,
especialmente de las multinacionales Coca Cola y NestlƩ.
Al dĆa siguiente, los paramilitares volvieron a la planta embotelladora,
juntĆ³ a los trabajadores y les dio un plazo hasta las 16:00 para renunciar al
sindicato. Los trabajadores experimentados que dejaron la planta ganaban entre
$ 380 y $ 400 pesos colombianos al mes. Los que llegaron de reemplazo fueron
contratados por el salario mĆnimo de la Ć©poca: $ 130 al mes.
Durante los dos meses siguientes los paramilitares acamparon a las
afueras de la puerta de la planta. Coca-Cola nunca se quejĆ³ a las autoridades
ni por el asesinato de sus trabajadores ni por la presencia de paramilitares.
Edgar Paz, sindicalista de Sinaltrainal, sostuvo que “la empresa nunca
negociĆ³ con el sindicato despuĆ©s de eso. Veintisiete trabajadores en 12
departamentos salieron de la planta y la zona. Todos los trabajadores tuvieron
que abandonar el sindicato para salvar su propia vida, y la uniĆ³n fue
completamente destruida”.
La hostilidad de la trasnacional de bebidas se iniciĆ³ en mayo de 1992,
cuando el Gerente de Coca Cola JosĆ© Gabriel Castro acusĆ³ pĆŗblicamente a los
trabajadores y al sindicato de ser agentes de la guerrilla.
Dos aƱos despuĆ©s fue asesinado JosĆ© Manco David y en 1995 Luis GĆ³mez
Granados, ambos en la planta de Carepa. Con ellos se iniciĆ³ la trĆ”gica secuela
de sindicalistas muertos por encargo.
BĆSQUEDA DE JUSTICIA
En Colombia, los trabajadores buscaron justicia desde fines de 1996
hasta ahora e incluso algunos terminaron tras las rejas, mientras que los
asesinos quedaron libres.
Ante la impunidad decidieron abrir un pleito en 2001 contra Coca Cola en
Miami, sede de la trasnacional. Fueron apoyados por sindicatos norteamericanos
como United Steelworkers of America y el Fondo Internacional de Derechos
Laborales (ILRF). TambiƩn fueron demandadas Panamerican Beverages (la mayor
embotelladora de bebidas gaseosas en AmƩrica Latina) y Bebidas y Alimentos
(propiedad de Richard Kirby de Key Biscayne, Florida), que opera la planta de
Carepa.
La demanda la acompaƱaron de una campaƱa mundial de boicot a la Coca
Cola iniciado en 2003, acusando que la fabricante de bebidas azucaradas en
Colombia “utilizan grupos paramilitares ilegales para intimidar, amenazar y
matar a sus trabajadores”.
Pese a la visibilidad internacional de la problemƔtica, los
sindicalistas acusaron que la intimidaciĆ³n continuaba. AsĆ³ ocurriĆ³ cuando en
mayo de 2003 una llamada anĆ³nima a la sede del sindicato en Colombia advirtiĆ³
que las oficinas deberĆan ser objeto de un ataque con bomba. En marzo de ese
aƱo, como revela The Guardian, un trabajador en la ciudad de Bucaramanga
recibiĆ³ una notificaciĆ³n por parte de grupos paramilitares de que habĆa sido
declarado objetivo militar.
COCA COLA DICE QUE NO TIENE
QUE VER
Coca Cola comenzĆ³ a dar respuestas a las quejas por los asesinatos de
dirigentes sindicales en sus plantas cuando se dio visibilidad mundial. La
empresa dice que declinĆ³ toda responsabilidad por la violencia y la coacciĆ³n y
que tienen un cĆ³digo de conducta que requiere el respeto de los derechos
humanos.
TambiĆ©n sostienen que las plantas embotelladoras de Colombia “son
completamente independientes de la CompaƱĆa Coca-Cola”.
En la empresa local dijeron que “no tenĆan manera de detener a los
paramilitares de hacer lo que quisieran – despuĆ©s de todo, ellos tenĆan armas
(…) Nadie le dice a los paramilitares quĆ© hacer”.
Los sindicalistas, por su parte, acusaron en la demandas presentada en
Miami que el gerente de la planta en Carepa, Ariosto MilĆ”n Mosquera, “le habĆa
dado una orden a los paramilitares para llevar a cabo la tarea de destruir la
uniĆ³n”. AdemĆ”s sostienen que MilĆ”n tenĆa un historial de fiesta con los
paramilitares.
Coca-Cola solicitĆ³ un grupo de expertos de las Naciones Unidas a travĆ©s
de la OrganizaciĆ³n Internacional de Trabajadores (OIT), para llevar a cabo una
investigaciĆ³n independiente sobre lo que pasĆ³ en Colombia.
El delegado de EE.UU. ante la OIT, Ed Potter, era en la Ć©poca director
de relaciones internacionales de la Coca-Cola.
ASESINATO DE SINDICALISTAS
El asesinato de sindicalistas o dirigentes sociales en Colombia aĆŗn
sigue siendo una prƔctica utilizada por las grandes empresas. Un informe de la
Escuela Nacional Sindical (ENS) difundido por El Espectador, denunciĆ³ que entre
abril de 2011 y marzo de 2015 hubo 105 asesinatos de dirigentes sindicales o
personas cercanas a ellos. AdemƔs el informe acusa que en el mismo periodo
suman 1,933 violaciones a la vida, la libertad y la integridad personal, entre
las que contabilizan ataques y amenazas.
Las cifras han bajado respecto de aƱos anteriores. SegĆŗn SOA Watch, en
2000 los asesinatos se cobraron la vida de 153 de los lĆderes sindicales de la
naciĆ³n. Ese aƱo, tres de cada cinco sindicalistas asesinados en el mundo eran
colombianos. En 2001, la cifra habĆa llegado a 143 a finales de noviembre.
Hasta el aƱo 2002, la ConfederaciĆ³n Unitaria de Trabajadores (CUT), la
mayor federaciĆ³n sindical de Colombia, contabilizaba 3,800 sindicalistas
asesinados en el paĆs desde 1986.
Fuentes: Antilavado.com
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